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1ª Declaracion del Capitan

Apostolos Mangouras, capitán del Prestige , estaba convencido de que su barco nunca llegaría a embarrancar contra la costa, el mayor temor de las autoridades españolas y que provocó la decisión de alejarlo a la mayor distancia posible.
Así lo aseguró el capitán ante el juez de instrucción de Corcubión. En una de sus intervenciones, la fiscal Beatriz Pacios le pregunta si era consciente de que el barco iba a la deriva, acercándose a la costa. De hecho, al día siguiente de quedar sin máquina llegó a estar a cinco millas de Muxía.



Apostolos Mangouras respondió, en este sentido, que «durante todos sus esfuerzos para atar el barco al Ría de Vigo , él estaba pendiente del más mínimo cambio de posición y sabía que el barco iba a la deriva, pero contaba como último recurso con las dos anclas y había confirmado en las cartas de navegación que las aguas se lo permitían al llegar a las 3,5 o 4 millas de la costa».

El capitán también añadió que entonces tendría la posibilidad de echar las anclas cuando la profundidad fuese de 150 metros, porque cada una de ellas tenía 325 metros de cadena y que ésta era nueva. Sin embargo, las autoridades marítimas nunca admitieron esa posibilidad y su única intención era alejarlo lo más distante posible de la costa.

Durante aquellos momentos críticos y ante la imposibilidad de dar el remolque de emergencia al Ría de Vigo, el capitán también propuso lanzarle al remolcador dos cabos gruesos nuevos, de 220 metros cada uno, para mantener el petrolero en el punto donde estuvo durante la noche, cercano a la costa de Muxía, y esperar al amanecer para ver lo que se podía hacer.

Según la declaración de Apostolos Mangouras, la propuesta fue rechazada dos veces por el remolcador. «No sé el motivo -dijo el capitán-, pero era una solución para pasar la noche, porque los cabos podían mantenerlo (el barco)».

Lo que sí está claro es que desde el momento en que el petrolero quedó sin gobierno y comenzó a escorarse, el pánico y el caos se adueñaron del buque. El propio capitán lo reconoce cuando afirma que no sabe si se contestaban todas las llamadas de la torre de control de Fisterra. «La verdad -responde al juez- es que todo estaba patas arriba, la situación duró poco tiempo pero no sé lo que contestaba».

Tras el escoramiento del barco, el pánico entre la tripulación debió ser tal que el capitán no se recata a la hora de calificar el estado de su propio jefe de máquinas. Mangouras dice que estaba con él cuando se produjo el accidente. «El jefe de máquinas -añade- sufrió una crisis de nervios y comenzó a tener la idea fija de que los buques de salvamento internacionales iban a asaltar el Prestige , asesinar a la tripulación y robar la carga».

En otro momento de su larga declaración -duró casi doce horas- el capitán afirma que mientras el mandó el barco nunca se dirigió al sur. «Con la cantidad de toneladas de fuel que le quedaban -añade- tenía la posibilidad y había tiempo para que se dirigiera a un lugar tranquilo, hay que tener en cuenta que el buque siniestrado siguió navegando durante todo el período entre el 15 y el 19 de noviembre».

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